Adaptarse a la disminución de la fuerza y salud física. Esta meta está lejos de inferir que por el hecho de ser un adulto mayor habrá una enfermedad inherente, significa que este proceso del curso vital implica cambios y con ellos tendremos que valernos de nuevas técnicas y estrategias que nos permitan darle calidad a la vida.
Adaptarse a la jubilación y la reducción de los ingresos. Una de las piedras angulares del envejecimiento óptimo es tener resueltas las necesidades económicas, esto rara vez es posible al 100%, pero pensar en un plan de ahorro y mantenerse trabajando durante el mayor tiempo posible es imprescindible para el adulto mayor.
Adaptarse a la muerte del cónyuge. La muerte es probablemente la única certeza con la que nacemos los seres humanos, cuando el cónyuge muere sin lugar a dudas representará una pérdida garrafal, sin embargo ese periodo de duelo debe darle significado a la pérdida y permitirnos continuar con nuestras vidas, para ello se deben de generar nuevos vínculos sociales.
Unirse a una asociación que sea explícitamente de un grupo de la misma edad. Ya sea para organizar una convivencia amena, preparar una tertulia o contribuir a una causa social, tener un grupo de personas de edades similares resultará cómodo y reconfortante, nos permite generar empatía y tener un espacio dónde refugiarnos cuando alguna queja nos ataña. Para esto puede servir un club de día o una agrupación religiosa.
Adoptar y adaptarse a los roles sociales de forma flexible. Vivimos en una sociedad capitalista donde el estatus social es otorgado según nuestra vida productiva, aquí tenemos dos cosas que hacer: 1) procurar realizar una actividad con remuneración económica durante el mayor tiempo posible, y 2) romper esa creencia irracional de que las personas valen por cuánto aporten.
Encontrar un lugar para vivir que sea satisfactorio. Una vivienda adaptada a las necesidades de las personas mayores es todo un reto. Las construcciones de hoy en día son mayormente pensadas en una familia que recién comienza, tienen escaleras, desniveles, puertas pequeñas, piso resbaladizo, etc. Podemos apoyarnos buscando una residencia o una comunidad para adultos mayores donde estas necesidades arquitectónicas y de convivencia se encuentren resueltas.
En estas seis metas es importante resaltar que hay dos factores que se repiten continuamente, el primero es la adaptación al cambio y el segundo la flexibilidad para moverme en un entorno distinto. Cumplir estas seis metas no significa que tendremos asegurado el envejecimiento exitoso, pero es un gran paso comenzar a trabajarlas y que podamos visualizarlas dentro de nuestro proyecto de vida.